viernes, 20 de diciembre de 2013

Vive tu vida, no la de los demás


Estamos en la posmodernidad, siglo XXI, donde todo es improbable, nada es verdadero, todo es permitido y por lo tanto nada es prohibido y aun así en esta época abundan; en su mayoría del Medioevo y la época de la colonización, padres prepotentes, que infunden sus temores metas y fracasos a las nueva generaciones, en especial a sus hijos.


Esta es la vida de muchos de los jóvenes de ahora que sacrifican sus sueños por darle gusto a sus padres que les imponen y les exigen estudiar una carrera que a ellos les gusta, sin pensar que eso no es lo que su hijo quiere y los jóvenes se someten a los sueños y caprichos de sus padres, ya que no tienen escapatoria más que aceptarlos y tratar de tomarlos como suyos. 


Personalmente he vivido de cerca tres casos particulares, de diferentes clases sociales; el primero es un joven de familia adinerada y conservadora que sueña con estudiar comercio exterior y lo obligaron a estudiar otra carrera, comunicación social, que no es la que él quiere, solo por darle gusto a sus padres, ya que según sus padres es lo mejor para él. Ahora cursa cuarto semestre y comienza a gustarle la carrera, aunque en su interior se debate entre su identidad sexual y la profesión.

El segundo es una mujer que odia su carrera e ingresó a estudiarla como última opción porque tenía que ver con la escritura y ella quisiera estudiar artes; fue la única que le gustó a sus padres, de no ser así sería abandonada por su familia, expulsada de su casa y probablemente terminaría viviendo “debajo de un puente” ; ella no calla y discute constantemente con su familia sin encontrar solución a su dilema.

Otro caso es el del joven que sueña con ingresar a una universidad y estudiar zootecnia o veterinaria pero no tiene el apoyo de sus padres ni el dinero para hacerlo, trabaja todo los días detrás de un volante, desde donde observa cómo se le pasa la vida y sus sueños sin la compresión de una familia.

Antiguas ideas se han trasladado al siglo XXI, imposiciones e ideas que aumentan el índice de suicidio y las vidas fracasadas en el planeta ya que castran las grandes mentes. No solo en el ámbito educativo muchos callan, también en otros temas que influyen en la libre expresión de su personalidad como tatuajes, piercing, pasatiempos, gustos y relaciones sentimentales. 

Por esto y más hoy, alzo mi voz diciendo no a las falsas vidas y a los chantajes que se aprovechan de nuestra vulnerabilidad y oscurecen la vida; hay que hacer lo que nos apasiona y nos hace felices. Vivamos nuestra vida, no la de los demás.


Ximena Oquendo H.