Entre paredes corroídas por la humedad, con poco color y
sin embargo, vivas y cálidas, están las fotografías familiares, carteles de
bienvenida y cumpleaños. Sus sabanas, almohadas y vestidos son de colores
alegres; su baño es preciso para lo escasamente necesario, se observa revestido
de un color verde esperanza; su cocina grande llena de trastos vacíos cubiertos
por una tela roja. Es un hogar amañador, tranquilo y silencioso. Allí se
esconde la historia de Berta Quiceno y Juan Carlos Gómez: madre e hijo.
Berta es una granadina, quien tiene 57 años, una mujer de
contextura gruesa, ojos oscuros, pliegues profundos, cejas semi pobladas, nariz
aguileña, labios delgados y cabello parcialmente cenizo. Vive en Rionegro, Antioquia, hace 43 años.
Al poco tiempo de residir en el pueblo, entre baile y
baile ella conoció a Alfonso Gómez, su eterno amor y el mejor padre que pudo
encontrar, pues a los pocos años tuvo con él tres hijos de los cuales dos eran
mujeres. Poco a poco se conformó una familia llena de valores, juegos, normas,
sonrisas, comidas y oraciones en familia; a pesar de ello, no tuvo que pasar
mucho tiempo para que la vida los golpeara y que cada vez, al igual que un
tornado, pasara con más fuerza y acabara con todo, pues sí así fue. Jazmín, la hija mayor, murió en un accidente
de tránsito, a los 7 años murió el padre Alfonso de un infarto y a los 3 años
su segunda hija, Luz Dari, también en un accidente de tránsito. Ella dejó una hija pequeña que ahora tiene 17
años. Así fue como cada vendaval que pasaba por las vidas de Berta y Juan
Carlos los iba haciendo cada vez más fuertes y guerreros; ahora se tenían solo
el uno al otro.
Berta tuvo que vender la finca en que vivían. Dejó su jardín, sus animales, sus recuerdos;
comenzó a trabajar en la Galería, en Rionegro, como vendedora de pollos, oficio
que la divertía y distraía. Ella llega al barrio Las Vegas a rehacer su vida al
lado de su hijo que gozaba de 10 años de edad. Juan Carlos no sabía leer ni
escribir; sin embargo, eso no le impidió ponerse a trabajar para ayudar a su
madre. Él un niño delgado, de ojos mieles, cabello castaño, labios delgados y
una cutis que mostraba los rastros del sol, deja de ser el niño de la casa para
convertirse en el hombre de ella y quien ahora debía empezar a velar por su madre.
“Yo me gradué, hice cinco años en primero, dos en segundo y me devolvieron…
mentiras, disculpe, es que a veces me da por tener buen sentido del humor”
expresaba Juan Carlos Gómez durante la entrevista.
Así los dos fueron reconstruyendo su vida paso a paso.
Cuando Juan Carlos tenía 20 años le dispararon en la médula espinal, dejándolo
inválido permanentemente y con movimientos involuntarios en sus extremidades
inferiores; su nuevo estado generó una cambio en la información del Sisben,
pasó del nivel dos a cero y que apareciera en el sistema como persona
desplazada. ”Uno llora a veces en las noches, no lo voy a negar, de solo pensar
cómo haría ahora para ayudar a mi mamá, en esta condición; la gente no entiende
lo que uno siente y por ello lo critican a uno y lo hieren; pero yo superé la
depresión rápido y comencé a trabajar” expresa Juan Carlos. Aquella bala no lo
detuvo, pues consiguió quien le donara una silla y para dicha suya, esa silla
era eléctrica, cosa que facilitaba aún más su trabajo; una silla de color gris,
ruedas anchas y pequeñas, una barra protectora para los pies y una palanca
negra en el apoyo de los brazos, esta era su nueva amiga, quien lo acompañaría
a conseguir el sustento; salió a vender bolsas de basura, incienso y dulces por
todo Rionegro, sin importar la trocha que debía recorrer desde su casa hasta la
vía principal, algo que deterioraba la silla con cada salida.
Dos años después
de luchas por sobrevivir entre las necesidades. Berta, quién para este tiempo
ya era diabética, le dio una infección que repercutió en que los médicos le
amputaran el dedo pulgar de su pie izquierdo y posteriormente el pie derecho.
También le da tendinitis, con la cual se le inflaman los huesos, al igual que
insuficiencia renal crónica, condición que la llevó a asistir día por medio a
diálisis; Y por si fuera poco le diagnosticaron miomas múltiples en el útero,
la cual los médicos calificaron como terminal. “A ellos les dijeron que tenían
desnutrición crónica; por ejemplo mire a Juan, está en un estado delicado y el
necesita de mucha nutrición, como por ejemplo Ensure, debido a su enfermedad;
los dos necesitan pañal pero gracias a la clínica en casa SEND cuentan con que
se les suplan estas dos necesidades, además de contar con una enfermera las 24
horas del día”, expresa Natalia Álvarez, Auxiliar de enfermería.
“Es que el municipio no quiere colaborar. He mandado cartas, he hablado con doña Estela
la esposa del alcalde, he puesto tutelas para que nos ayuden, para que le bajen
el nivel del Sisbén a Berta, para que ayuden de alguna manera con alimentación,
es que el que quiera puede venir a ver la situación de ellos, como están, y se
van a dar cuenta de que es cierto, que son personas que verdaderamente
necesitan ayuda, pero se hacen los bobos. Gracias a Dios todavía existe la
gente de buen corazón por cantidades y si no fuera por eso ellos estarían peor”
Dice Claudia Atehortua, sobrina de Berta.
La vida de los dos de nuevo cambió. La casa en la que vivían no tenía el espacio
suficiente, ni las mejores condiciones para dos personas inválidas, así que
tomaron la decisión de mudarse de nuevo en busca de una casa donde se pudieran
alojar, donde el espacio fuera suficiente para los dos, pero que cobraran poco
ya que ahora Berta no trabajaba y Juan Carlos ganaba muy poco; con la ayuda de
Claudia, sobrina de Berta, alquilaron una casa en la vereda Cimarronas donde
les cobran 180.000$ que entre la gente del alto del medio en el municipio de
Rionegro cada mes se trata de recoger el dinero, pero no siempre lo logran.
“Ninguno de los dos puede trabajar, ellos viven de lo que
la gente les da… ¡es que mire cómo viven, en las condiciones en las que están!
Además que vivimos muy lejos de ellos, entonces es muy complicado ayudarlos y
la familia de nosotros es pobre. Berta está en el sisben en nivel dos y tienen
un poco de deudas en el hospital… se pasan más en el hospital que en la casa,
cada mes los están hospitalizando” Afirma Claudia.
Después de pocos meses a Juan Carlos lo operaron de
colostomía (un tipo de abertura quirúrgica que permite que el intestino elimine
con facilidad) y en medio del procedimiento se rego un líquido que le dio
peritonitis, él requiere de cuidados especiales y de enfermera las 24 horas del
día. Juan duró 7 meses en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a la
delicadeza de sus heridas, además de que tiene una sonda para eliminar la orina
y escaras en todo en todo el cuerpo. Luego de pasado este tiempo los doctores
le dieron de alta ya que no podían hacer más por él allí, entonces lo
hospitalizaron en casa en donde ahora se cierra poco a poco la herida que tiene
en el vientre y que está cubierta por una sustancia viscosa y amarillenta a la
que recubre una capa de papel transparente y microporo, herida que solo le
duele del pecho hacia arriba, donde solo tiene sensibilidad.
“Juan tiene mucha habilidad en las manos, como para hacer
manillas o cosas artesanales, pero necesita aprender y tiene muchas ganas de
trabajar, salir a la vía en su silla para traer algo de ingresos a la casa,
pero primero debe salir de la hospitalización y es que hay que encontrar quien
los ayude o como el mismo puede ayudarse ya que después de la hospitalización
no va haber quien esté pendiente de ellos todo el tiempo” Expresa Natalia,
Auxiliar de enfermería.
Así vive Berta y Juan Carlos apegados a Dios y a su
voluntad, entre sueños, risas, y con la esperanza de tener un plato de comida a
diario en su hogar y que algún día la vida les sonría un poco más.
Ximena Oquendo H
No hay comentarios:
Publicar un comentario