miércoles, 23 de julio de 2014

Berta y Juan Carlos: Una familia que vive día a día con optimismo a pesar de las necesidades


Entre paredes corroídas por la humedad, con poco color y sin embargo, vivas y cálidas, están las fotografías familiares, carteles de bienvenida y cumpleaños. Sus sabanas, almohadas y vestidos son de colores alegres; su baño es preciso para lo escasamente necesario, se observa revestido de un color verde esperanza; su cocina grande llena de trastos vacíos cubiertos por una tela roja. Es un hogar amañador, tranquilo y silencioso. Allí se esconde la historia de Berta Quiceno y Juan Carlos Gómez: madre e hijo.

Berta es una granadina, quien tiene 57 años, una mujer de contextura gruesa, ojos oscuros, pliegues profundos, cejas semi pobladas, nariz aguileña, labios delgados y cabello parcialmente cenizo.  Vive en Rionegro, Antioquia, hace 43 años.

Al poco tiempo de residir en el pueblo, entre baile y baile ella conoció a Alfonso Gómez, su eterno amor y el mejor padre que pudo encontrar, pues a los pocos años tuvo con él tres hijos de los cuales dos eran mujeres. Poco a poco se conformó una familia llena de valores, juegos, normas, sonrisas, comidas y oraciones en familia; a pesar de ello, no tuvo que pasar mucho tiempo para que la vida los golpeara y que cada vez, al igual que un tornado, pasara con más fuerza y acabara con todo, pues sí así fue.  Jazmín, la hija mayor, murió en un accidente de tránsito, a los 7 años murió el padre Alfonso de un infarto y a los 3 años su segunda hija, Luz Dari, también en un accidente de tránsito.  Ella dejó una hija pequeña que ahora tiene 17 años. Así fue como cada vendaval que pasaba por las vidas de Berta y Juan Carlos los iba haciendo cada vez más fuertes y guerreros; ahora se tenían solo el uno al otro.

Berta tuvo que vender la finca en que vivían.  Dejó su jardín, sus animales, sus recuerdos; comenzó a trabajar en la Galería, en Rionegro, como vendedora de pollos, oficio que la divertía y distraía. Ella llega al barrio Las Vegas a rehacer su vida al lado de su hijo que gozaba de 10 años de edad. Juan Carlos no sabía leer ni escribir; sin embargo, eso no le impidió ponerse a trabajar para ayudar a su madre. Él un niño delgado, de ojos mieles, cabello castaño, labios delgados y una cutis que mostraba los rastros del sol, deja de ser el niño de la casa para convertirse en el hombre de ella y quien ahora debía empezar a velar por su madre. “Yo me gradué, hice cinco años en primero, dos en segundo y me devolvieron… mentiras, disculpe, es que a veces me da por tener buen sentido del humor” expresaba Juan Carlos Gómez durante la entrevista.

Así los dos fueron reconstruyendo su vida paso a paso. Cuando Juan Carlos tenía 20 años le dispararon en la médula espinal, dejándolo inválido permanentemente y con movimientos involuntarios en sus extremidades inferiores; su nuevo estado generó una cambio en la información del Sisben, pasó del nivel dos a cero y que apareciera en el sistema como persona desplazada. ”Uno llora a veces en las noches, no lo voy a negar, de solo pensar cómo haría ahora para ayudar a mi mamá, en esta condición; la gente no entiende lo que uno siente y por ello lo critican a uno y lo hieren; pero yo superé la depresión rápido y comencé a trabajar” expresa Juan Carlos. Aquella bala no lo detuvo, pues consiguió quien le donara una silla y para dicha suya, esa silla era eléctrica, cosa que facilitaba aún más su trabajo; una silla de color gris, ruedas anchas y pequeñas, una barra protectora para los pies y una palanca negra en el apoyo de los brazos, esta era su nueva amiga, quien lo acompañaría a conseguir el sustento; salió a vender bolsas de basura, incienso y dulces por todo Rionegro, sin importar la trocha que debía recorrer desde su casa hasta la vía principal, algo que deterioraba la silla con cada salida.

 Dos años después de luchas por sobrevivir entre las necesidades. Berta, quién para este tiempo ya era diabética, le dio una infección que repercutió en que los médicos le amputaran el dedo pulgar de su pie izquierdo y posteriormente el pie derecho. También le da tendinitis, con la cual se le inflaman los huesos, al igual que insuficiencia renal crónica, condición que la llevó a asistir día por medio a diálisis; Y por si fuera poco le diagnosticaron miomas múltiples en el útero, la cual los médicos calificaron como terminal. “A ellos les dijeron que tenían desnutrición crónica; por ejemplo mire a Juan, está en un estado delicado y el necesita de mucha nutrición, como por ejemplo Ensure, debido a su enfermedad; los dos necesitan pañal pero gracias a la clínica en casa SEND cuentan con que se les suplan estas dos necesidades, además de contar con una enfermera las 24 horas del día”, expresa Natalia Álvarez, Auxiliar de enfermería.

“Es que el municipio no quiere colaborar.  He mandado cartas, he hablado con doña Estela la esposa del alcalde, he puesto tutelas para que nos ayuden, para que le bajen el nivel del Sisbén a Berta, para que ayuden de alguna manera con alimentación, es que el que quiera puede venir a ver la situación de ellos, como están, y se van a dar cuenta de que es cierto, que son personas que verdaderamente necesitan ayuda, pero se hacen los bobos. Gracias a Dios todavía existe la gente de buen corazón por cantidades y si no fuera por eso ellos estarían peor” Dice Claudia Atehortua, sobrina de Berta.

La vida de los dos de nuevo cambió.  La casa en la que vivían no tenía el espacio suficiente, ni las mejores condiciones para dos personas inválidas, así que tomaron la decisión de mudarse de nuevo en busca de una casa donde se pudieran alojar, donde el espacio fuera suficiente para los dos, pero que cobraran poco ya que ahora Berta no trabajaba y Juan Carlos ganaba muy poco; con la ayuda de Claudia, sobrina de Berta, alquilaron una casa en la vereda Cimarronas donde les cobran 180.000$ que entre la gente del alto del medio en el municipio de Rionegro cada mes se trata de recoger el dinero, pero no siempre lo logran.

“Ninguno de los dos puede trabajar, ellos viven de lo que la gente les da… ¡es que mire cómo viven, en las condiciones en las que están! Además que vivimos muy lejos de ellos, entonces es muy complicado ayudarlos y la familia de nosotros es pobre. Berta está en el sisben en nivel dos y tienen un poco de deudas en el hospital… se pasan más en el hospital que en la casa, cada mes los están hospitalizando” Afirma Claudia.

Después de pocos meses a Juan Carlos lo operaron de colostomía (un tipo de abertura quirúrgica que permite que el intestino elimine con facilidad) y en medio del procedimiento se rego un líquido que le dio peritonitis, él requiere de cuidados especiales y de enfermera las 24 horas del día. Juan duró 7 meses en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a la delicadeza de sus heridas, además de que tiene una sonda para eliminar la orina y escaras en todo en todo el cuerpo. Luego de pasado este tiempo los doctores le dieron de alta ya que no podían hacer más por él allí, entonces lo hospitalizaron en casa en donde ahora se cierra poco a poco la herida que tiene en el vientre y que está cubierta por una sustancia viscosa y amarillenta a la que recubre una capa de papel transparente y microporo, herida que solo le duele del pecho hacia arriba, donde solo tiene sensibilidad.

“Juan tiene mucha habilidad en las manos, como para hacer manillas o cosas artesanales, pero necesita aprender y tiene muchas ganas de trabajar, salir a la vía en su silla para traer algo de ingresos a la casa, pero primero debe salir de la hospitalización y es que hay que encontrar quien los ayude o como el mismo puede ayudarse ya que después de la hospitalización no va haber quien esté pendiente de ellos todo el tiempo” Expresa Natalia, Auxiliar de enfermería.

Así vive Berta y Juan Carlos apegados a Dios y a su voluntad, entre sueños, risas, y con la esperanza de tener un plato de comida a diario en su hogar y que algún día la vida les sonría un poco más.




Ximena Oquendo H

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